mardi 3 janvier 2017

Brasas internas.- 2


Oda a la Madre

Para mi adorada Milena, madre de todas



Madre Tierra, madre de todas las madres
derrama tu bendición sobre tu sacerdotisa,
llena su pecho de la savia materna
y mantén su útero presto para la vida eterna.


Madre Luna que vigilas las noches
que tu manto plateado proteja la vida
del pequeño amado y su madre nodriza
y tú sabiduría expectante les sople como brisa.

Madre Sol que das vida y calientas
a tus hijos e hijas sobre la tierra
que siempre brote la pasión por su vientre
y que nunca el ardor de sus labios se seque.

Madre Tormenta que con truenos y rayos
castigas a malvados y terribles vasallos
purifica el camino de la madre y su criatura
y aleja los espíritus que a su lado pululan.

Que las bendiciones caigan sobre la niña que se hizo mujer
y se multipliquen en la hembra que ahora es madre
bendiciones que maduren y fructifiquen como frutos para la futura abuela
y que así sin demora llegue a ser sabia.

Que el amor del amado no la abandone
que en el hogar siempre permanezca y esté,
que nuevas sonrisas alegren sus noches
y nuevos sueños se siembren a sus pies.

Que nunca la madre olvide a la niña
ni la amante abandone a la tierna mujer,
que la virgen nunca sustituya
a la fiera ardiente de amor y placer.

Que sepa siempre ser muchas en una
y que sus emociones la hagan crecer
que sea fuente para todos pero sobre todo para sí misma,
que detrás de sus sueños nunca tema correr.

Que la magia de sus manos conjuren milagros
que la fuerza de sus ojos siempre haga florecer
las plantas milenarias que en su jardín oculta
o la belleza escondida de una hermana mujer.

¡Oh hermana querida, adorable mujer
me postro ante tu femineidad y apoyo mi cabeza en tu vientre
no para rogar bendiciones sino para ofrecerte mis respetos
de hermana a hermana, de mujer a mujer.

Tu magia ahora se condensa en tus brazos
y llamas hijo al fruto que en tu vientre supo florecer,
eres heroína de madres y niñas,
eres liberadora de vírgenes y brujas, eres mujer.

Cuando mis cadenas se unan a la hermandad de las parturientas
eleva por mí y por mi hijo tu voz cantarina de ángel
y llena desde el inicio nuestras vidas
con las notas sagradas del universo fiel,
aleja con el poder de tu melodía
los dolores torturantes
y deja en el parto solo el placer.

Madre mía, hermana del alma
gracias por ser y estar en mi vida
también ahora y en esta piel,
gracias por el amor que me has enseñado
y las locuras que compartimos hoy y ayer,
gracias por la bendición llamada sobrino
pues para mi eso es lo que Angus es.

Gracias mujer,
Gracias hermana,
Gracias amiga
Gracias por SER.


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